El gol de Argentina llevó el
sello de Messi. Sí, de penalti, pero con Iker Casillas en la portería.
Lanzó Leo con seguridad, colocando el balón, esperando a que el portero
centenario se lanzase al lado contrario. Un partido serio el de Leo,
presionando desde el primer minuto, pidiendo el balón, yendo a buscarlo
donde no está acostumbrado. Volverán a decir que no es el Leo del Barça
pero es que Argentina no se parece al Barça ni Maradona es Guardiola.
Es el mismo Leo pero en otro equipo. Y no es lo mismo, es distinto.
Los primeros minutos de Messi sobre el terreno de juego fueron de
presión. Leo corría para robarle el balón a Puyol - forzó que el
capitán azulgrana enviase un balón fuera-, entraba Leo en falta a
Busquets, le robaba un balón a Iniesta... Hasta el 22 no vimos a un Leo
'ofensivo' cuando inició una jugada de contragolpe conectando con Di
Maria y el centro del extremo no pudo aprovechar Higuaín. Avanzaba el
partido y Leo provocaba una tarjeta amarilla que le mostró el árbitro a
Sergio Busquets. Leo jugaba a 60 metros de la portería de Iker, así era
complicado que rindiera como en el Barça, así era difícil que brillase.
La segunda mitad, Messi siguió en la misma tónica, muy metido en el
partido, serio, bajando a buscar el balón donde fuera, ofreciéndose en
todo momento. Pidió el balón cuando Albiol hizo penalti a Maxi, y lanzó
la pena máxima de forma magistral. En el segundo gol de España, Leo ya
no estaba sobre el césped, lo acababa de relevar.
Podrán decir de él que no es el Messi espectacular del Barça pero en
este encuentro más que nunca quedó claro que no es un problema de Leo,
que la '10' no le pesa, lo auténticamente imposible es que Messi juegue
con Argentina como lo hace con el conjunto blaugrana porque Iniesta y
Xavi son españoles y del Barça, porque ese centro del campo no se
parece al formado por Mascherano y Gago, porque Argentina improvisó la
enésima alineación y el Pipita ni es Villa ni es Ibrahimovic...