Quedan un máximo de 16 partidos para acabar la temporada y el Barcelona
ha entrado de lleno en la fase más decisiva de la temporada, donde se
deciden los títulos. Evidentemente ante semejante tesitura parece un
suicidio prescindir del mejor jugador del mundo, pero lo cierto es que
el cuerpo técnico lleva ya unos día sopesando muy seriamente el momento
en que Leo Messi tendrá que tomarse un pequeño respiro con el fin de no
acabar la temporada totalmente exhausto. Y es que el ‘crack’ argentino
acumula once partidos seguidos jugando en la Liga como titular, de los
que diez ha jugado los noventa minutos, mientras que en el único que fue
sustituido -ante el Valencia en el Camp Nou hace una semana- acabó
jugando 88 minutos. Es decir, hablando en plata, en los últimos 990
minutos de Liga sólo se ha perdido dos, algo que parece totalmente
inasumible hasta para el mejor jugador del mundo.
De ahí que el
partido de mañana ante el Osasuna en el Camp Nou cuente con todos los
alicientes a priori para que Messi empiece el partido desde el
banquillo, sobre todo pensando que el sábado el equipo juega un partido
muy importante en Mallorca -el Ono Estadio tras el Bernabéu y el Camp
Nou es el campo más difícil de sacar un punto (sólo han perdido 3 de
39)- y que los cuartos de la Champions ante el Arsenal están ya
prácticamente a la vuelta de la esquina.
Aunque también es verdad
que reservar ahora a Messi parece un acto de imprudencia notable porque
el jugador se encuentra en un estado de gracia incontestable como
demuestra el hecho que ha sumado nueve goles en las últimas cuatro
jornadas de Liga. Frenar semejante ‘feeling’ con el gol no parece lo
más acertado, sobre todo porque ya es sabido por todos que el argentino
lo quiere jugar todo, aunque se trate de un mero amistoso.
En
todo caso, también es cierto que el cuerpo técnico ha de ser prudente y
valorar todas las circunstancias. Cualquier contratiempo a estas alturas
de temporada -léase lesión- sería una auténtica catástrofe, por lo que
han de saber calcular todas las opciones.