En Argentina, en plena
ofuscación por el mal andar de la selección camino de Suráfrica-2010,
algunos especialistas han puesto en duda el rol de Messi como mejor
futbolista del mundo. El estilo y el juego genera debate; las
estadísticas, no. Las del crack azulgrana, además de títulos, muestran
argumentos también demoledores. El último dice que Leo ha marcado en 58
de los 161 partidos que ha disputado vestido de azulgrana, en una
abrumadora tercera parte, y sólo en un uno, sí sólo en uno, su tanto
resultó inservible. 49 triunfos y 8 empates. El dato resulta revelador
sobre la importancia de su aportación al equipo. En Getafe, su diana de
cabeza a los 18 minutos de saltar al campo supuso la sentencia y el
liderato.
El único partido en el que un gol de Messi no ha aportado ni puntos
ni satisfacciones coincidió con el mini-bache de la pasada campaña. Fue
en un Atleti-Barça de la jornada 25 que terminó en 4-3. Leo firmó el
0-2 pero los rojiblancos acabaron dándole la vuelta al marcador. Un
simple lunar porque la campaña 2008-09 fue, precisamente, la de su
récord goleador (38). Jugó 50 partidos y marcó en la mitad. Se dice muy
pronto. En las otras temporadas, sin excepción, sus goles fueron de
total utilidad, incluso en los peores momentos de la etapa Rijkaard. En
la 2007-08 anotó 16 repartidos en 13 partidos, 12 de ellos terminaron
con triunfo. El que falta, un empate. Las otras temporadas fueron por
el estilo, aunque hay que tener en cuenta que sus dos primeros años en
el primer equipo su participación resultó menor.
Plásticamente, sus goles dan para elaborar un catálogo por secciones
y sentimientos. Los que han desatado la euforia proporcionando títulos,
como los logrados este año en las finales de la Copa del Rey, Champions
League y Supercopa de España. Otros considerados patrimonio de la
humanidad, como aquel marcado al Getafe en 2007 en el torneo copero que
compararon al que Maradona marcó a Inglaterra en 1986. Los dos al Real
Madrid en la goleada (2-6) del Bernabéu, en un éxtasis absoluto para el
aficionado culé. Algunos, tan valiosos como costosos: a Osasuna en el
Reyno de Navarra que dio un 2-3 y tres puntos para amarrar un título.
Sin olvidar sus goles de pillo. El Atlético bien sabe de ellos. O su
fulgurante entrada en aquel partido de Champions ante el Shakhtar.
Tantos geniales. Magia pura. De fuerte chut, de cabeza, por raso, por
la escuadra... Sí, del mejor jugador del mundo, aunque en Argentina lo
duden