Un vuelo privado, a primera hora de la tarde de ayer, dejó al crack
argentino en el aeropuerto de El Prat. Leo Messi llegó a Barcelona
junto a su novia Antonella, los directivos Raül Sanllehí (director de
fútbol) y Albert Perrín y el recuperador Juanjo Brau. Lo hizo vistiendo
ropa deportiva de la selección argentina, señal inequívoca de que
después del Uruguay–Argentina se dirigió hacia el aeropuerto de
Montevideo sin perder tiempo y volar a la Ciudad Condal. Después de
tomar tierra se dirigió a su domicilio y, de allí, a la Ciutat
Esportiva (a las 18 horas), donde volvió a lucir de barcelonista y fue
recibido con muestras de gran cariño por parte de sus compañeros.
Abrazos, sonrisas... Todos le animaron después de haber sido foco de la
crítica de su país por no rendir en la selección como en el Barça.
Llegó
a la Ciutat Esportiva cuando sus compañeros estaban ya en el campo y,
unos diez minutos después, salió él. Fue entonces cuando Pep Guardiola
reunió al grupo en el centro (menos Chygrynskiy, Ibrahimovic y Henry)
para dirigirles unas palabras. Felicitó a los jugadores que habían
regresado con el billete para Sudáfrica, caso de Messi y Touré y,
seguidamente, cuando se iba disolviendo el corro, los jugadores
saludaron efusivamente al argentino, que pudo comprobar el cariño que
todos sienten por él. Una muestra más del compromiso y solidaridad de
esta plantilla.
Messi, que en las seis últimas veces que ha
regresado a Barcelona después de jugar con su selección no ha sido
titular con el FC Barcelona, espera poder saltar al césped de Mestalla
este sábado para estar al lado de sus compañeros.