Leo Messi ganó el año pasado el triplete y sabe que esta temporada
llegarán los títulos individuales. El argentino ha declarado en más de
una ocasión que, aunque el Balón de Oro y el FIFA World Player
ilusionan, sin el equipo no sería nada. Son palabras que podría
llevárselas el viento. Pero no en el caso de Leo. El ‘10’ blaugrana
volvió a demostrar en Seattle que no hay otro futbolista en el planeta
que ni siquiera se la pueda acercar. Su nivel es infinitamente superior
al de cualquiera. Se llame como se llame y juegue donde juegue. Número
uno sólo hay uno y viste la camiseta del Barça.
El argentino
demostró en Seattle que no hay otro como él. Sólo disputó los primeros
45 minutos, pero fueron más que suficientes para evidenciar que está
muy cerca de recuperar el excelente nivel de juego de la pasada
temporada. Si Messi está bien, el resto es más fácil. Evidentemente,
aún le falta chispa, no anda con la velocidad afinada y todavía no ha
compartido minutos con Ibra, pero nada de eso fue un obstáculo para que
el crack argentino anotara dos golazos. Fueron dos porque el fútbol así
lo quiso, pero estuvo a punto de marcar dos más y, de pasada, obsequió
a las repletas gradas del Qwest Field con un par de detalles de enorme
calidad. Fue su manera de agradecer el lleno y el respeto que la
afición norteamericana le tiene. Tanto que incluso se vieron pancartas
proclamándole como el mejor jugador del mundo. En sus 45 minutos sobre
el terreno de juego Leo Messi quiso darles las gracias y no se le
ocurrió una mejor manera que jugando como sólo él lo sabe hacer.
En
los últimos tiempos, el argentino ha sido más noticia por motivos
contractuales que no por cuestiones deportivas. A Leo le disgustan
estos temas y guarda silencio lejos de las canchas, pero está claro que
el Barça no se ha equivocado situándole en la parte más alta de la
clasificación en lo que a emolumentos se refiere en la plantilla. Todo
lo contrario, puesto que la motivación del delantero es la misma, firme
las veces que firme su nuevo contrato. Ayer, además, tocaba hablar
sobre el terreno de juego, que es donde más le gusta hacerlo. Tenía una
oportunidad de oro para reivindicar su condición de número uno y, pese
al momento de la actual temporada, no quiso segundas oportunidades. El
crack pidió paso, y lo hizo a lo grande. En primer lugar con un disparo
colocado desde la frontal del área que hizo levantar a la gente de sus
sillas. Un golazo en toda regla. No fue el único. Demostró que la
sociedad con Xavi sigue vigente y que volverá a ser clave para que esta
temporada se repitan, por lo menos, parte de los éxitos logrados en la
anterior. Antes de despedirse, tuvo tiempo para bajar con maestría una
asistencia del egarense y perforar al veterano Keller con un sutil
remate entre las piernas. También pudo ampliar diferencias antes del
descanso. El argentino remató un balón al poste. Fue una muestra de lo
mucho que puede dar sobre el césped.
Lo mejor de todo, sin
embargo, es que Messi fue la guinda de un Barça que jugó como equipo.
El conjunto de Pep Guardiola supo ajustar líneas y corregir errores
defensivos. Si el equipo funciona y Leo está bien, el resto es
historia. Aunque aún faltan varias semanas para que empiece la
temporada, a Messi se le ve con las mismas ganas, sin más, que las que
puso la pasada campaña para que el equipo lograra los tres títulos en
juego.