En un principio no se le
esperaba porque debía estar apurando aún sus vacaciones, pero una vez
decidió adelantar su vuelta al trabajo con el equipo la presencia de
Leo Messi era el gran gancho del test de ayer frente al Tottenham
Hotspur en la Wembley Cup. Y si no, que se lo digan a los 57.100
aficionados que se concentraron en las gradas de la casa grande del
fútbol británico. La mayoría eran seguidores de los Spurs, pero incluso
sabiendo el peligro que corrían, querían ver al próximo Balón de Oro
enfrentándose a su equipo.
Cierta desilusión también
debería sentir Messi, y es que pese a que el rival no era de los de
primer nivel, sí lo era, en cambio, el escenario del choque. Cualquier
futbolista sueña con jugar en un estadio como el nuevo Wembley, da
igual que el partido sea un amistoso. Por suerte, no se quedará con las
ganas, ya si ayer no jugó fue para no correr riesgos innecesarios, pero
mañana tendrá la oportunidad de sacarse la espina ante el Al-Ahly.
Después
de entrenarse toda la semana con mucha intensidad, Leo tenía ayer los
muslos sobrecargados, con lo que tanto Pep como los médicos prefirieron
reservarlo y que viera el partido ante el Tottenham desde la grada. Lo
único que llegó a hacer Messi sobre el césped del nuevo Wembley fue
correr un poco antes de que diera inicio el choque junto a Juanjo Brau.
El fisioterapeuta, que a lo largo de la semana ya se ha encargado de
estar muy encima de Leo para ayudarle a estirar bien los músculos,
seguirá siendo la sombra del argentino a lo largo de la temporada, tal
y como sucedió en la pasada y que tan buen resultado dio a Guardiola