El mejor futbolista del mundo tiene hambre. Caminando por los
pasillos del estadio más grande de Europa, luego de un entrenamiento
por la mañana, Lionel Messi se ve mucho más pequeño de lo que realmente
es, pues mide 1.69 metros.
El delantero del FC Barcelona agrega una raya más a su leyenda en el
encuentro contra el Real Betis, en el cual con una habilidad envidiable
se quita a sus contrarios, llega a la línea por la banda derecha y,
escondiendo la bola ante sus enemigos, da un pase de medio gol enfrente
de la portería a Samuel Eto'o, quien sólo tiene que empujarla,
provocando así que el público del inmueble estalle en júbilo.
Ahora, el Camp Nou se encuentra tan vacío que Messi puede oír crujir su
estómago y levanta su muñeca para ver la hora, casi son las 12:30
horas: si tiene suerte, su cuñada podría estarle cocinando milanesas
napolitanas.
Sin embargo, antes de poder comer, Messi tiene que responder las
preguntas de los reporteros, por lo que se suelta en una silla de piel
en la zona VIP del estadio a esperar.
El pequeño argentino tal vez no luzca como el mejor jugador del mundo,
pero esa designación --sujeta a los más candentes debates sobre
deportes en el planeta-- es tan elusiva como el propio Messi. Su
velocidad, control de balón, visión y estilo provocan que lo comparen
con su legendario connacional Diego Armando Maradona, pero sus
personalidades son diametralmente diferentes: Messi es introvertido y
Maradona, ostentoso, aunque el 2009 ya es el "Año de la Pulga".
Debido a sus habilidades, este ariete tiene maravillado con sus goles y
jugadas brillantes no sólo al FC Barcelona, sino también a la selección
argentina. Gracias a la más potente ofensiva de Europa, el Barcelona
logró la triple corona, algo muy raro en el balompié. El triunfo de 2-0
en la final de la Champions mostró que el equipo de Guardiola es el
mejor del momento. El 13 de mayo ganó la Copa del Rey, luego consiguió
la Liga, la mejor del planeta, antes de que terminara la competencia en
la primera división española, y finalizó dando una lección de fútbol al
Manchester United al ganarle la UEFA Champions League, con un gol de
Eto'o y otro de Messi.
"Lio" Messi no es el siguiente David Beckham, es alguien aún más
valioso, no como marca, sino como jugador. No es un imán para los
paparazzis como Ronaldinho, del AC Milan, o el jugador más elegante del
Barcelona, como su compañero Thierry Henry. El universo del fútbol, con
su gran poder de convocatoria, se llena de alegría con futbolistas como
Cristiano Ronaldo, del Manchester United, quien en alguna ocasión
declaró: "Yo soy el primero, segundo y tercer mejor jugador del mundo".
Sin embargo, Messi prefiere entrenar que sentarse para que le tomen
fotos. "Lo que hago es jugar fútbol, que es lo que me gusta", afirma
Messi. Evade el contacto visual y habla en español con voz bajita,
dejando ver su acento argentino a toda la prensa, aunque para de hablar
cuando se aburre, en algunas ocasiones en medio de una idea; sin
embargo, con el balón en sus pies, el jugador de 22 años es un genio
expresándose, uniendo habilidad y técnica cual si fuera perfecta
poesía: corte a la derecha, corte a la izquierda, para y sigue, entre
las piernas... todo a máxima velocidad.
"Nunca pienso acerca de la jugada ni visualizo nada", afirma. "Hago lo
que venga a mí en ese momento. Instinto, siempre ha sido de esa manera".
El instinto le ha dado a Messi un lugar en el museo del estadio del FC
Barcelona, donde filas con trofeos de campeón engalanan las vitrinas,
aunado a una memorabilia, que data desde hace un siglo. Mientras "Leo"
habla, una pantalla de plasma muestra algunas de las mejores jugadas
del club, incluyendo la que le realizó al Getafe en 2007 durante la
Copa del Rey.
"'Leo' simplemente va a un lado con su cuerpo y a otro con la bola",
dice Gerard Piqué, su compañero en el Barça: "Tienes que adivinar hacia
dónde se mueve o hacerle foul".
Él ataca a los defensores y los saca de posición, los dribla y crea
oportunidades para atarlos. "La manera en la que se quita a los rivales
parece que no le significa ningún esfuerzo", recuerda otro de sus
compañeros, Thierry Henry.
"Leo" Messi padeció problemas de crecimiento durante su infancia, y sus
padres no lo su- pieron hasta que le fue detectado en su adolescencia.
"Tenía un problema de crecimiento", dice el crack. "Pero eso nunca me detuvo para poder jugar al fútbol".
En 1997, a la edad de 10 años, Lionel se veía dos años más chico que
sus compañeros. Los doctores finalmente dieron en el clavo y le
diagnosticaron deficiencia en la hormona de crecimiento, por lo que le
prescribieron un nuevo tratamiento con hormonas que durante cuatro años
le sería inyectado cada noche.
"No era estético", recuerda Jorge, padre de "Leo". "Estábamos preocupados de que le causara algún daño físico en el futuro".
El seguro de gastos médicos que tenía su familia les ayudó a cubrir
durante dos años los 650 dólares mensuales que costaban las
inyecciones, obligando a Jorge, mánager de una compañía metalúrgica en
Rosario, a dejar de comprarlas y a tomar una fuerte decisión, mudarse a
un país diferente para que "Leo" buscara suerte en otras latitudes.
EL ASCENSO DEL CRACK
El juego de Messi evolucionaba paulatinamente, el Barça Sub-18 ganaba
torneos de la mano de "Leo" en Italia, Holanda y Japón. Fue nombrado el
mejor jugador de la FIFA en el campeonato Mundial Juvenil en 2005,
llevando a Argentina al título al anotar seis goles.
"Guardo todos los trofeos", esboza Messi con una sonrisa. "Leo" los
conserva en casa de sus padres, en Rosario, y de su hermano Matías, en
Castelldefels, Barcelona, en donde pasa la mayor parte de su tiempo
libre y se divierte jugando con sus sobrinos, mira televisión y espera
que su cuñada, Florencia, cocine la famosa milanesa napolitana, hecha
de bistec con jamón, queso derretido y salsa de tomate.
LA MESA PUESTA
Todo está listo para Messi, viene de consumar la mejor temporada de su
vida, y aunque las carreras legendarias no están llenas de trofeos,
sino de grandes momentos, el ariete ya nos deleitó con algunos cuantos,
con un alto nivel de ejecución, como aquel que cristalizó ante el
Getafe, encuentro que registra 13 millones de visitas en Youtube (busca
Messi, gol, Getafe) y que por lo regular es mostrado al lado de la
legendaria anotación de Maradona, "El gol del siglo", empero, el Getafe
es un club regular, mientras la postal de Diego se realizó ante la
infranqueable Inglaterra en los cuartos de final de la Copa del Mundo
de 1986.
Aunque en ese sentido, Messi apenas comienza. "La gente se olvida que
"Leo" no alcanza su tope todavía", asegura Henry, "lo que él realiza a
esa edad es algo que no vemos a menudo". Somos testigos no sólo de un
jugador histórico, sino de que se haga arte mismo.
La gran calidad de Messi coloca a Argentina desde este momento como
favorita para ganar la Copa Mundial: Maradona ya le dio el famoso "10"
a "Leo", pero la victoria no siempre es suficiente y si la "Pulga"
logra crear goles muy bonitos en la mejor competición del mundo,
siempre lo recordaremos como la "era de Messi", pero el mismo Lionel no
quiere discutirlo ahora. "Hay cosas más importantes en la vida que
ganar o perder un juego", afirma y vuelve a ver su reloj agregando:
"Tengo que ir a comer".
EL MEJOR RECUERDO
Lo más preciado para Messi fue ganar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Beijing, así como comer en la Villa Olímpica.
Es en ese inmueble donde guarda uno de sus mejores recuerdos. Un día
durante la comida, un hombre negro y muy alto se sentó al final de la
mesa en la que se ubicaba Messi: "Hola", dijo el individuo. "Soy Kobe".
Y luego de una pequeña conversación, "KB24" se acercó a "Leo" para
sentarse a su lado. "Platicamos un rato", asevera Messi. "Su español es
muy bueno".
Mientras Bryant se retiraba, volteó para expresarle su sentido de voto
en torno al gran debate que se mantiene en el medio futbolístico sobre
quién es el gran jugador del mundo: "Messi... tú eres el mejor".