Leo Messi disfruta ahora junto
a los suyos de los mejores momentos de un largo trayecto vital que
empezó con la difícil decisión de dejar su país natal, Argentina, y
trasladarse a Europa. Como casi siempre, solamente una causa de fuerza
mayor empuja a una familia a dejar su casa, sus raíces y emprender un
viaje que se sabe cómo empieza pero no cómo acaba. Esta vez tampoco fue
la excepción: Leo, nacido el 24 de junio de 1987 en Rosario, no crecía
como era debido para un niño de 13 años. A esa edad apenas alcanzaba
los 140 centímetros, lo que no le impedía tener el extraordinario
dominio del balón que siempre le hizo diferente. Su padre, Jorge,
intentó en vano que los clubs argentinos que se habían interesado por
el talento de aquel pequeño le costearan un tratamiento hormonal para
que mejorara su crecimiento. Ni Newell's, club de Rosario al que
perteneció de niño Leo, ni tampoco el 'millonario' River Plate
estuvieron por la labor de soltar los pesos necesarios, así que Jorge
Messi se trajo a su hijo Lionel a Catalunya. El ojo clínico de un culé
como Josep Maria Minguella y sus múltiples contactos en Argentina,
además del fino olfato futbolero de Carles Rexach hicieron el resto. El
ex agente le proporcionó a Leo la oportunidad de asistir a una prueba
en el FC Barcelona y al entonces secretario técnico culé apenas le
bastaron cinco minutos para dar el visto bueno. Era septiembre de 2000.
En octubre Rexach firmó la famosa servilleta en el bar del Club de
Tenis Pompeya, considerada virtualmente como el primer contrato culé de
Leo, que ha dado lugar con el tiempo a un nostálgico anuncio televisivo
y que fue el primero de los seis contratos que desde entonces ha tenido
Leo como barcelonista.
Meses después, ya jugaba con el infantil B azulgrana. Su madre Celia
y sus hermanos Rodrigo, Matías y María Sol se trasladaron también a
Barcelona. Pero la adaptación de la familia Messi a su nueva vida
atravesó sus lógicos altibajos y fue el propio Leo quien insistió en
continuar adelante con su sueño futbolístico, pese a que también
diversos problemas burocráticos le obligaron a ver demasiados partidos
desde la grada. Aun así, su evolución futbolística fue imparable,
superando todos los escalafones del fútbol base culé hasta convertirse
en el fenómeno futbolístico que es hoy. Messi creció también en lo
primero que le trajo a Barcelona: su estatura. No iba a ser un
'percha', eso estaba muy claro, pero esos 169 centímetros y un centro
de gravedad muy bajo le acercaban cada vez más al biotipo de Diego
Maradona. Su sentimiento culé creció incluso más, así que siempre que
puede Messi recuerda quién le trajo al Camp Nou siendo un 'pibe' hasta
que debutó oficialmente con el primer equipo del Barça el 16 de octubre
del 2004 ante el Espanyol (1-0). De eso hace ya mucho. El miércoles
puede erigirse en el número uno indiscutible del mundo en su mano a
mano con Cristiano Ronaldo. Será la culminación de un largo viaje