Cuando Leo Messi levante el Balón de Oro el próximo mes de diciembre,
una lágrima resbalará por la mejilla de todos aquellos que sienten suya
La Masia. Ese premio no será sólo suyo. Ese trofeo deberá repartirse
entre todos aquellos que han construido el futuro blaugrana desde sus
cimientos. Leo Messi se convertirá en el primer canterano que lo logra
y, desde la Ciutat Esportiva, todos aquellos que allí estén lo sentirán
como suyo, como algo propio. Merecidamente.
Luis Suárez, Cruyff,
Stoichkov, Ronaldo, Rivaldo, Figo y Ronaldinho lo lograron como
blaugrana, pero ninguno de ellos tendrá el significado del Balón de Oro
del argentino. Porque ya no hay discusión posible. ‘France Football’
debería ahorrarse las llamadas a sus corresponsales y empezar a forjar
el trofeo. Leo ya la merecía el año pasado, pero, pese a que se trata
de un premio individual, los premios colectivos de Cristiano Ronaldo
pesaron más que el fútbol de Messi. Ahora ya no hay excusas. El
argentino que llegó siendo un niño a Barcelona se convertirá en
historia en diciembre por obra y gracia de su pierna izquierda. El ‘10’
ha culminado esta temporada su mejor temporada en el Barça,
convirtiéndose en el arco del violín, aquella pieza sin la que el
instrumento no puede llegar, de ninguna de las maneras, a su máxima
expresión artística. Messi es el futbolista del Siglo XXI, una
maravilla de la genética, mejorada en La Masia, y creada para
convertirse en leyenda. Un orgullo blaugrana, el sueño de la raza aria
futbolística, la perfección del ‘10’. Leo es el compañero al que todos
buscan, el que ha convertido el dribling en baile, a los defensas en
marionetas. Pep no ha podido prescindir de él en demasiadas ocasiones.
Menos de las que le hubiera gustado. Al talento hay que administrarlo
para poder disfrutar siempre de él. Y, cuando lo ha hecho, Messi se ha
vuelto humano, sentado en el banquillo, esperando su momento para
regresar a la galaxia y resolver. Messi ha batallado toda la temporada
en una guerra contra el rival y contra sus propios compañeros, Henry y
Eto’o. El gran beneficiado de esta lucha invisible y fraticida por el
gol es el Barça. Tanta hambre por marcar no podía dejar al club sin
paladear ningún título. Los tres han sido la punta de un martillo
neumático que ha perforado todas y cada una de las superficies a las
que han tenido que hacer frente. Messi nació en Argentina, pero se ha
hecho grande en Barcelona. Ya puede descontar los días para bañarse en
el oro de ‘France Football’.