
Aunque quizás merecía un descanso por la acumulación de minutos que
lleva en sus piernas, en estos momentos de la temporada sería un lujo,
y casi una temeridad, dejarle en el banquillo. Este es el sino con el
que debe lidiar un jugador de esta magnitud. Por lo visto ayer, Leo
Messi soporta esta circunstancia, no sólo de forma estoica, sino
también dándolo todo, sin dejarse nada para una próxima ocasión.
Como
pasó con Andrés Iniesta en el encuentro en el Camp Nou ante el
Recreativo de Huelva, un poco de Messi fue suficiente. Pero es justo
decir que no hubo sólo un poco de Leo, sino muchas dosis del mejor
futbolista del mundo. Al contrario de lo que pasa con jugadores de
tanta calidad, el argentino se vacía en cada acción, tanto defensiva
como ofensiva, lo que aún da más valor a lo que hace sobre el terreno
de juego.
Empezó pegado a la derecha y, con los minutos, dada la
presión que ejerció la defensa del Getafe en su banda, se marchó al
centro.
Su elección no pudo ser más acertada, puesto que, en
el minuto 19, recogió un pase de Xavi, que a su vez había recibido de
Eto’o, para deshacerse en el área pequeña de dos rivales y batir
cruzado a Stojkovic, un guardameta que ayer tuvo su noche de gloria. El
tanto en el Coliseum Alfonso Pérez significa su vigésimo gol en la Liga
–en todas las competiciones ya ha anotado 32, sumando los 8 de la
Champions y los 5 de la Copa del Rey–. El argentino mantiene un duelo
con Samuel Eto’o del que sale beneficiado el Barça.
El
camerunés ayer tuvo dos ocasiones: en una de ellas cruzó demasiado el
balón y, en la otra, se estrelló en el poste. Pese a todo, el ‘9’ del
Barça aún mantiene seis goles de ventaja respecto al argentino.
Leo
Messi pudo ayer recortar algo más esa distancia, pero Turienzo Alvarez
y su juez de línea lo evitaron. El ‘10’ recogió un rechace del meta
local a disparo de Seydou Keita para batirle por segunda vez, pero un
fuera de juego que sólo la pareja arbitral vio evitó que no se sufriera
hasta el final para ganar el encuentro. Pero esa fue sólo la jugada más
destacada en la que Turienzo amargó la vida al argentino. Porque
significaba su segundo gol. Antes, ya había dejado de señalar un
penalty clarísimo que si el colegiado no pitó fue, simplemente, porque
no quiso.
Escandalosos fueron también dos fueras de juego que
le pitaron y que, como se demostró con las imágenes, también
exisitieron, de forma exclusiva, en la cabeza del dueño del banderín.
Lo grave del caso es que Leo Messi se quedaba, nuevamente, solo ante
Stojkovic. La permisividad con la dureza de los futbolistas entrenados
por Víctor Muñoz también contribuyó a que el futbolista blaugrana
acabara el encuentro rendido físicamente.
En algunas de las
jugadas que realizó Messi le dieron hasta tres patadas en tobillos y
rodillas de forma consecutiva. Pero Leo resistió las embestidas sin
quejarse, sin rechistar. De hecho, nunca lo hace, ni sobre el terreno
de juego ni en las declaraciones posteriores a los encuentros. Lo suyo
es otra cosa, jugar, jugar y jugar. Y lo hace tan bien que, ni con la
dureza con la que siempre le reciben los rivales, le pueden parar.
“El
penalty era claro y el mismo Mario me dijo que lo era, pero fue una
jugada muy rápida y difícil”, aseguró con modestia, échandole un capote
al colegiado que quizás no merecía. Para Leo Messi, “lo importante es
que estamos muy bien y que debemos seguir con el mismo juego, el mismo
ritmo y el mismo nivel”.
El argentino reconoció que, tras la
victoria, el vestuario volvió a ser una fiesta: “Hubo alegría porque
sabíamos que era un campo muy difícil donde no habíamos ganado los
últimos duelos y la victoria era muy importante para nosotros”. El
delantero también aseguraba que “la ilusión puede ahora con el
cansancio porque queda muy poquito para acabar la temporada y no
podemos bajar los brazos. Hay que seguir así para acabar logrando lo
más bonito, que son los títulos”. Si sigue jugando como ayer, no habrá
problemas para que el Barça logre alguno de ellos.