Más de un año sin lesionarse. Parece un milagro, pero es cierto.
Después de caer, recaer y volverse a lastimar su musculatura tiempo
atrás, Leo Messi vive un idilio con su cuerpo, que no le ha vuelto ha
traicionar. La última vez que tuvo que frenar de manera forzada fue el
4 de marzo de 2008. Aquella noche de miércoles, los culés jugaban ante
el Celtic en el Camp Nou. Las lágrimas que brotaron de sus ojos
denotaban la desesperación del crack, consciente de que había recaído
de la rotura en el bíceps femoral de la pierna izquierda que se había
hecho en Mestalla el 15 de diciembre de 2007.
Fue entonces cuando el entorno azulgrana creía que Messi siempre
arrastraría los mismos problemas, que su fisonomía no estaba para
aguantar tanta presión, e incluso hubo alguien que especuló que estaba
siendo víctima del arriesgado tratamiento de crecimiento al que fue
sometido cuando llegó a Barcelona procedente de su Rosario natal.
Fuentes del club azulgrana consultadas por AS aseguraron que Messi
cumple lo programado y que esta vez la suerte está influyendo. Messi
fue sometido a unos cambios de hábitos, con controles alimenticio, de
hidratación y descanso que está dando resultados. El argentino lleva
una vida más ordenada en ese sentido, aunque de vez en cuando disfruta
de una milanesa en Las Cuartetas, su restuarante preferido en Barcelona
Pese a que el 21 de octubre del año pasado dio el susto en un
entrenamiento, Messi se siente fuerte y responde a los esfuerzos sin
problemas. Lleva más de un año. Y que dure...