Afortunadamente para el fútbol, Leo Messi jugó ayer en su posición
habitual y Pep Guardiola no cumplió su amenaza de situarlo en el
lateral. Gracias a Dios, si es que existe, el argentino volvió a
aguantar las embestidas de sus rivales, la dureza de sus oponentes. Por
suerte, Undiano Mallenco tuvo muho trabajo analizando cada entrada de
los vascos sobre los tobillos del ‘10’, el más que digno sucesor de
Ronaldinho.
Messi es una bendición para el fútbol, una obra
maestra hecha de carne y hueso. Es precisamente a causa de esa maldita
naturaleza humana que el argentino no puede estar siempre a su nivel,
el que ayer volvió a ofrecer. Pero cuando es así, cuando el mejor
futbolista del planeta vuelve a ser él, la piel se eriza y el bello
quiere escaparse del cuerpo, incluso provoca estados de ansiedad,
alucinaciones, algo así como el síndrome de Stendhal. Una sensación que
los culés tienen el placer de vivir cada vez que Leo acaricia el balón.
Tanta belleza plástica, además, no está reñida con la
eficiencia. ‘France Football’ debería cambiar las fechas de entrega del
Balón de Oro y dárselo ya. ¿Para qué esperar? El argentino ayer se
metió en la lucha por el Pichichi, se convirtió en un nuevo enemigo,
entre comillas, de Samuel Eto’o.
El ‘10’ blaugrana marcó, de
penalty, su gol número 18 en la Liga. Se ha colocado a sólo un tanto
del valencianista David Villa, al que ya tiene a tiro, pero aún suma
cinco menos que el camerunés, que ha marcado ya 23. El Barça sale
beneficiado de esta lucha entre compañeros. Entre ambos futbolistas han
marcado 41 goles, una cifra que sólo superan en goles totales Real
Madrid y Atlético. El Málaga suma los mismos tantos que ambos
futbolistas.
El pasado miércoles, en Palma de Mallorca, Messi
anotó su gol número 27 de la temporada y ayer hizo el número 28.
Gracias a estos dos encuentros se ha convertido, de momento, en el
máximo goleador de la temporada en el Barça, con dos tantos más que
Eto’o. Haber marcado 28 goles a estas alturas de la temporada le
permite soñar con llegar a los 40, una cantidad al alcance de muy pocos
futbolistas en el mundo.
El internacional albiceleste se
marchó muy feliz del Camp Nou. No sólo por el gol, por recuperar su
juego, sino, sobretodo, porque el Barça volvió a ser el Barça: “Ha sido
una semana muy buena para todos. Hemos logrado llegar a la final de la
Copa del Rey, hemos ganado al Athletic y, sobre todo, hemos vuelto a
jugar un buen partido”. Y es que, para Messi, ayer el equipo de Pep
Guardiola recuperó su identidad: “Necesitábamos volver a ganar y
también hacerlo con nuestro juego habitual”. Pese a haber ampliado la
distancia con el Real Madrid, al argentino no le preocupa el conjunto
blanco: “Sólo debemos estar atentos a nuestros partidos, mirarnos a
nosotros mismos, lo que hagan los demás no debe importarnos”, sentenció
el delantero argentino.