
La grada del Camp Nou sufre un
brote de 'messidependencia' de intensidad entre alta y muy alta, en
función del día, de la hora y de las características del partido y del
rival. Cuando no juega de titular -como ayer-, desde el momento en que
el argentino sale a calentar, un rugido comienza a extenderse por todas
las localidades que experimenta su primer clímax en el momento en que
Leo entra en el campo. Ayer entró por Henry y la locura colectiva fue
tal que el delantero francés, autor del único gol que hasta el momento
campeaba en el marcador, pensó que los aplausos eran para él y aplaudió
al público. Bonito detalle que pocos vieron, porque todos los ojos
estaban puestos sobre Messi, esperando en la banda para entrar. Aunque
anoche no marcó, afortunadamente para la salud mental de la
institución, dos jugadas personales del argentino y un tiki-taka con
Iniesta bastaron para justificar la asistencia. El golazo de Márquez
redondeó la noche.
Hay 'messidependencia', claro que sí, y por muchos años, porque
significará que Messi está muchos años en el Barça. Y también tenemos
'puyoldependencia', o 'iniestadependencia'. De dependencias por estos
lares sabemos mucho. También el Ajax dependió de Cruyff, o el Madrid de
Di Stéfano. Ya querrían los demás depender de Messi. Florentino Pérez
firmaría con los ojos cerrados. Y Maradona, y hasta el mismísimo Van
Gaal, el 'anti-divo' por definición, sería capaz de peregrinar de
rodillas desde Alkmaar hasta Sitges (y por las costas del Garraf, no
por los túneles) si con ello se asegurase a Messi. Guardiola le dio
ayer descanso. Lo reservó. Que llegue bien fresquito a Marsella. ¿Y si
lo reservase Maradona?