Cuando aterrizó su avión y atravesó las oficinas de migraciones, Lionel
Messi nunca imaginó que no hubiera nadie esperándolo. La Pulga llegó la
madrugada del domingo a Argentina y se encontró por primera vez en
soledad en el hall del aeropuerto de Ezeiza. Y se sorprendió. El crack
blalaugrana está habituado al acoso de los medios de su país y de los
aficionados de la albiceleste, que le montan guardia cada vez que
emprende una visita a su tierra. Pero la afición al fútbol argentina,
en aquel momento, estaba pendiente de la séptima jornada del
Apertura... y del fallecimiento de la cantante Mercedes Sosa.
Tanto
es así que sólo salieron a su encuentro los hombres de seguridad de la
AFA, que custodian a los jugadores de la albiceleste cuando pisan suelo
argentino, y algunos aficionados, los más fieles, que le pidieron
autógrafos y fotos. Cuando Leo, acompañado por Juanjo Brau, abordó el
coche que lo trasladó a su hotel, supo por boca del conductor que su
llegada, por primera vez, no era noticia: la muerte de la entrañable
cantante folklórica, Mercedes Sosa, había captado la atención de todos
los medios de su país, que se encontraban trasmitiendo el duelo desde
el Congreso de la Nación, donde se rindió homenaje a la cantante.
Seguramente, el precedente de su última visita, en el que el blaugrana
fue señalado injustamente como uno de los culpables de las derrotas
ante Brasil y Paraguay, tampoco ayudó a que el recibimiento fuera más
cálido. Los aplausos y el cariño de la afición albiceleste deberá
esperar.
Tras la sorpresa inicial, el futbolisat se unió ayer
al resto de sus compañeros de equipo. Ya inmerso en la disciplina de su
selección, Messi realizó el primer entrenamiento (a puerta cerrada)
ayer por la tarde, con el que se empezó a preparar los partidos contra
Perú (se juega el próximo sábado en el estadio Monumental), y rente a
Uruguay (el miércoles en el estadio Centenario de Montevideo). Ambos
son compromisos decisivos para las intenciones de la albiceleste de
estar en el Mundial de Sudáfrica, el próximo verano. Nada más llegar a
la concentración, el rosarino se encontró con Pablo Aimar, su ídolo de
la infancia. De hecho, el blaugrana incluso llegó a pedirle la camiseta
cuando el hoy jugador del Benfica militaba en el Valencia. Ambos
intercambiaron un saludo cordial y charlaron sobre la actualidad de sus
respectivos clubs. La presencia de Aimar, que felicitó a Leo por sus
éxitos en el Barcelona, no es casual. De hecho, el centrocampista es
una de las sorpresas de la convocatoria que realizó Diego Armando
Maradona, en la que excluyó a varios históricos como Javier Zanetti,
Maxi Rodríguez, y Fernando Gago. La inclusión del ex del Valencia en la
lista del Pelusa se debió a la necesidad imperiosa que tiene el
entrenador de cambiarle la cara a su selección para asegurarse la
clasificación al Mundial. Y, sobre todo, para intentar que Messi se
sienta más cómodo y explote todo su talento. El Diez está convencido de
que Pablo puede ser el intérprete que necesita el blaugrana para
brillar como lo hace en el Barca. Messi y Aimar jugaron juntos en la
Copa América. Estuvieron juntos sobre el terreno de juego durante 79
minutos, en el encuentro ante Estados Unidos. La sociedad que formaron
fue clave para darle el triunfo a la selección argentina, que superó a
los estadounidenses por 4-1, con Aimar cerrando el marcador con un
golazo. En aquel partido se vio a un Leo Messi muy participativo que
conectó muy bien con el mediocampista. La conexión de ambos puede
resultar clave para que la albiceleste renazca de sus cenizas y inicie
el camino que debe llevarle a la clasificación para el Mundial.
Las
últimas derrotas ante Brasil (0-3) y Paraguay (2-0), dejaron mal
posicionado a la albiceleste en la clasificación. De hecho, en estos
momentos están fuera de los cuatro primeros puestos. Son quintos,
aunque sólo un punto por debajo de Ecuador. Pero el peligro no está
sólo en alcanzar el acceso directo, sino también en no perder la opción
de la repesca, lo que dependerá de los dos próximos partidos, el
segundo de los cuales lo disputa con su perseguidor, Uruguay, que es
sexto clasificado a un solo punto. Argentina no puede volver a perder.
Y, en ese sentido, todos esperan que Messi sea el canalizador de un
combinado que necesita de la inspiración y el genio del blaugrana.
Leo
Messi llegó de noche y casi de incógnito, pero no es el hombre señalado
para que conduzca a su selección hasta el próximo Mundial. Argentina,
aunque a su llegada no de lo demostrase, sabe que el delantero
blaugrana es una de las pocas personas capaces de cambiar la dinámica
negativa en la que se encuentra el conjunto dirigido por Maradona. Una
vez hayan despedido a Mercedes Sosa y superada una nueva jornada del
Apertura, nadie duda de que la afición volverá a volcarse con el
conjunto albiceleste en busca de una clasificación que, de no
producirse, provocaría una gran crisis en el fútbol argentino. Un
panorama en el que nadie quiere ni siquiera pensar. Tampoco Leo.